Los Rubaiyyat de Omar Jayyan me llevaron a conocer a Lubio Cardozo. Fue en el año 2004 en Caracas, estaba iniciando las ediciones de la Colección Poesía del Mundo del Ministerio de la Cultura, trabajaba desde un cubículo situado en la Sección de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Nacional, ese espacio estaba dirigido por el poeta Gabriel Saldivia.
Mi trabajo era consultar la biblioteca, ubicar los libros que debían reeditarse en nuestro país y conseguir un escritor venezolano que conociera a profundidad la obra a editar para realizarle un prólogo. Varios poetas me refirieron como conocedor de los Rubaiyyat al profesor Cardozo, conseguí su número de teléfono y lo llamé. Me respondió una voz amable, vital y sabia. Así iniciamos una entrañable amistad. Lubio Cardozo era un poeta, un estudioso, de la vida, de la literatura, de la historia, del alma humana. No tuvimos la oportunidad de vernos los ojos, pero él se interesó por mi escritura y trabajo plástico. Mantuvimos contacto telefónico.
Un día el poeta Lubio me dijo que su hijo Alejandro estaba en Caracas. Fui a conocer al hijo del poeta y descubrí a otro poeta, un historiador, un hombre maravilloso y antiguo (y eso que era menor que yo). Nos reunimos con nuestras familias, recorrimos Caracas, vivimos las contradicciones de la política, sus reveses, las luces y sombras de nuestro continente, de Venezuela, de las generaciones que nos precedieron, de nuestros antepasados vascos, del cielo y el infierno. Reímos, lloramos, nos vimos. Alejandro se fue a España a realizar un doctorado y comenzaron a llegar sus postales, como las cartas de Lubio, a puño y letra, los sitios, los recorridos, la conciencia del tiempo y el detalle por los amigos. El carácter, la huella.
El pasado noviembre de 2021 Alejandro, me mandó unos audios de él y de Lubio, leyendo mi poesía. El sabio Lubio leyendo Costuras de Familia. ¡Que honor, que privilegio acompañar a estos dos poetas en ese momento! No pude escribir nada desde entonces. Porque en momentos definitivos como ese, a mí me falla la prontitud para expresarme, quedé perpleja. Por eso hoy escribo esta nota, más para decir que he sido testigo privilegiado de conocer estos dos poetas, estos dos amigos hermosos. Lubio que se marchó consciente de sí, de la historia, de su familia, pleno de amor e infinitud el 22 de noviembre de 2021. Y Alejandro mi admirado poeta e historiador, fuerte portador de razón y belleza.
Abro este 2022 con este regalo que nos dejó Lubio, hace mucha falta leerlo, se necesita tiempo y madurez para comprender lo que nos lega. Es necesaria y muy pertinente una edición impresa que compile su obra completa.