viernes, 4 de octubre de 2019

Blaise Cendrars


                                                                                       Blaise Cendrars pintado por Modigliani 1917

ERES MAS BELLA QUE EL CIELO Y EL MAR




Cuando amas hay que partir
Abandona a tu mujer abandona a tu hijo
Abandona a tu amigo abandona a tu amiga
Abandona a tu amante abandona a tu amante
Cuando amas hay que partir

El mundo está lleno de negros y de negras
De mujeres de hombres de mujeres
Mira los bellos almacenes
Este coche este hombre esta mujer este coche
Y todas las bellas mercancías

Hay el aire hay el viento
Las montañas el agua el cielo y la tierra
Los niños y los animales
Las plantas y el carbón de piedra

Aprende a vender a comprar a revender
Da toma da toma

Cuando amas hay que saber
Cantar correr comer beber
Silbar
Y aprender a trabajar

Cuando amas hay que partir
No lloriquees al sonreír
No te anides entre dos senos
Respira marcha parte vete
Tomo mi baño y contemplo
Veo la boca que conozco
La mano la pierna el ojo
Yo tomo mi baño y contemplo

El mundo entero está siempre aquí
La vida llena de cosas sorprendentes
Salgo de la farmacia
Desciendo justamente de la báscula
Peso mis 80 kilos
Te amo.

(Tomado de la revista Imagen N° 101-102, Enero.febrero 1972, Caracas, Venezuela. Director Pedro Francisco Lizardo)



                               Blaise Cendrars



"Deseaba decir a los jóvenes de hoy que les engañan, que la vida no es un dilema y que entre las dos ideologías opuestas entre las que se les fuerza a optar, está la vida, la vida, con sus turbadoras y milagrosas contradicciones, la vida y sus ilimitadas posibilidades, sus absurdos mucho más capaces de alegrarnos que las idioteces y simplezas de la "política", y que por lo que tienen que optar es por la vida, a pesar de la atracción del suicidio, individual o colectivo, y de su fulminante lógica científica. No hay más posible elección. ¡ Vivir !".

                                                                                                                           La torre Eiffel sideral (1949)






He matado


Mil millones de individuos me dedicaron toda su actividad de un día, su fuerza, su talento, su ciencia, su inteligencia, sus costumbres, sus sentimientos, su corazón. Y he aquí que hoy, tengo el cuchillo en la mano. El Eustache de Bonnot. "¡Viva la humanidad!" Palpo una fría verdad que se suma a una hoja cortante. Tengo razón. Mi joven pasado deportivo tiene que bastar. Aquí estoy con los nervios tensos, los músculos estirados, dispuesto a saltar en la realidad. He desafiado al torpedo, al cañón, a las minas, al fuego, al gas, a las ametralladoras, a toda la maquinaria anónima, demoníaca, sistemática, ciega. Voy a desafiar al hombre, mi semejante. Un mono. Ojo por ojo, diente por diente. Ahora será entre nosotros dos. A puñetazos, a cuchilladas. Sin piedad, salto encima de mi antagonista. Le doy un golpe terrible. La cabeza está casi separada. He matado al Boche. He sido más listo y más rápido que él. Más directo. He dado primero. Tengo sentido de la realidad, yo, poeta. He actuado. He matado. Como el que desea vivir


                                                                                                                                                            He matado, (1918)



                                        Imagen del estudio escrito por Henrry Miller sobre Blaise Cendrars


Datos biográficos


Blaise Cendrars. Novelista y poeta suizo de lengua francesa. Nació en el cantón de Neuchâtel, Suiza, en 1887; falleció en París, el 21 de enero de 1961. Su verdadero nombre fue Fréderic-Louis Saucer. En 1916 se nacionalizó francés. Su largo poema Prosa del transiberiano y de la pequeña Jeanne de Francia se publicó por primera vez en 1913, en papel de formato vertical a una altura de dos metros, con ilustraciones a colores a cargo de la artista plástica Sonia Delaunay. Habiendo sido pianista, optó por ser escritor debido a que perdió su brazo derecho por haber sido herido en una batalla durante la Primera Guerra Mundial. Desde su infancia viajó con sus padres por muchos países, afición que conservaría toda su vida, así, sucesos de viajes marcaron su obra literaria. Su primer libro de poesía, Secuencias, tiene un marcado corte místico. En 1912,  él y el anarquista Emil Szytta fundan en París la revista Les Hommes Nouveaux (Los Hombres Nuevos). Publicó un promedio de 40 libros, entre los cuales están: La leyenda de Novgorod y del oro gris, Moganni Nameh, La Pascua en Nueva York, La guerra en Luxemburgo, Diecinueve poemas elásticos, Kodak, El oro, Ron; y la tetralogía: El hombre fulminado, La urbanización del cielo, La mano cortada y Borlinger. Su amigo Modigliani en 1917 le hizo un retrato. Algunos de sus poemas muestras influencia del surrealismo, vanguardia con la que departió.  (Reseña de José Vicente Anaya)


lunes, 29 de julio de 2019

Amor descrito


"La primera palabra límpida" Max Ernst, 1922

Amor descrito
sin
peces
texturarnos
invertirnos
ser
galope de atropello
comparable
a
un
rayo
de
pan


Ximena Benítez, Íntima obediencia (2019)

domingo, 12 de mayo de 2019

Conversando a solas con mamá



  

Conversando a solas con mamá

No nos equivocamos
tú siempre lo supiste
aun equivocadas   no nos equivocamos

Al tumbarnos en la cama:
Darío   Guillén    Huidobro
La princesa
La culebra
La golondrina monotémpora

no nos equivocamos Theomar
tú lo sabes
polvos faciales trasparentes
Vallejo a los 13 años
la certeza de tenerte siempre

La mujer se descubre sólo ante sí misma
los psiquiatras se rascaban la cabeza con nuestros fantasmas
nos burlamos de tu ex marido
de mi papá
de tus cincuenta años
Nos escapamos del pueblo y viajamos de nuevo a Madrid
te llevé a Florencia en mis textos
llamaste a mis tíos para contarles

No te equivocaste Theomar
fuiste reina
papá no se halla sin ti 
tu casa está sintiéndote
no te reprocho nada
no puedo reprocharte nada
la ruta que escogiste te entregó la vida



a Theomar Vargas, del poemario Costuras de Familia (Fundarte, 2017)

miércoles, 20 de marzo de 2019

La muralla, Nicolás Guillén



En estos días en que el odio desdibuja querencias, en el que malestares y necesidadades se confunden con con rabias y tristezas. Donde muchos muestran fauces y cicatrices, vuelvo a La Muralla de Nicolás Guillén.
Caracas, 20 de marzo de 2019


La muralla

Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
Los negros, su manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.

—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—Una rosa y un clavel...
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El sable del coronel...
—¡Cierra la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—La paloma y el laurel... 
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El alacrán y el ciempiés...
—¡Cierra la muralla!

Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla...

Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte...

sábado, 16 de marzo de 2019

El Club por Theomar Vargas



EL CLUB



M.C. Escher, "Vestíbulo ciudad", litografía.



a Manuel Llorens

Después de los tordos y las reinitas vienen los mangles. Luego la vegetación se arrala y empieza el cemento y la cola de gente con su bolsita y su vianda, a veces un maletín nuevo o de piel antigua. Al principio buscaba otra entrada e inventaba un hermano, pero en el club me pasaron la consigna. El gesto y el tono de voz son tan importantes como las palabras. Se miran fijamente los ojos del hombre de la puerta y se grita o se susurra. La obediencia es inmediata. Un brazo impide el paso a la multitud que espera.

Se llega al pasillo de la sangre, siempre hay sangre y lamentos. Después están los gatos y luego, nada. Pasillos y escaleras de hermosa arquitectura llevan a los mosaicos de teselas de vidrio veneciano, y allí está La Dama Dormida, con su torso de lujosa madera, las Sillas de Marisol Escobar y las Butacas del Arzobispo. Casi escondidos, avergonzados, los ociosos laberintos de Escher tan parecidos a los míos. La tarde llega apenas a la sala. En la semipenumbra está el doctor, casi se graduó de médico y abandonó en el último año. Ahora se dedica a las matemáticas y siempre anda con un rollo de papeles llenos de ecuaciones y de gráficas. No habla, sólo dormita, y sin embargo, su presencia acaba por ser tan dulce y necesaria que entre todos cuidamos su sueño, y nos indigna que alguien le dirija la palabra porque se sobresalta.

Todavía no ha llegado el alemán. No es exactamente alemán, sino de origen germano. Nació en Maracaibo. Cuando saluda se levanta bruscamente y junta los talones en un gesto sonoro y marcial, simultáneamente, se inclina por breves instantes, para después erguirse muy tieso esperando que lo inviten a sentarse de nuevo. Es muy introvertido, pero nos cuenta historias de un gran patio con animales y plantas tropicales donde se refugiaba, porque hasta allá no llegaba la guerra.

En el club no se toman en cuenta las diferencias sociales, aunque uno se agrupa más o menos según ellas. No se escoge al club, el club es el que escoge, y nos encamina a él por vías distintas y sorprendentes. Yo, por ejemplo, tenía varias compras que hacer y poco dinero. En los libreros vi un remate y me acerqué a curiosear. No esperaba nada, ya son demasiadas las veces que encuentro verdaderos tesoros y tengo que dejarlos porque no me alcanza la plata. Atados con un cordel verde estaban los cuatro tomos del Cuarteto de Alejandría. Fue lo primero que encontré y lo único que vi. Una hermosa edición cosida y encuadernada, traducida por Aurora Bernárdez. El precio era irrisorio. Renuncié a todas mis diligencias de ese día y me propuse disfrutar de ese encuentro postergado involuntariamente durante tantos años. En el bulevar pedí un té frío y me dediqué a hojearlos. Era imposible leer todavía, demasiada excitación. De estos y similares subterfugios se vale el club para reclutar a sus miembros.

Uno de los mayores placeres que nos deparan los libros viejos es imaginar a sus dueños anteriores. Me gusta hablar con los libreros. Muchos sólo saben el valor de lo que venden por la oferta y la demanda, ven tu cara y en ella está el precio. Pero hay otros de archivos fabulosos e historias extraordinarias. Me han contado, que suelen ser los herederos quienes les llevan los libros. Estos eran de una mujer, se llamaba Isa, y digo se llamaba, porque ella jamás habría vendido un texto tan amorosamente subrayado: marcador de punta muy fina y trazos precisos. Envidio a los que son capaces de subrayar decentemente. Yo acabo por llenar todos los márgenes con comentarios que después ni yo misma entiendo. Isa no comentaba, sólo marcaba una frase con un trazo recto, o un párrafo con una delgadísima 3 al inicio y al final. Sólo en Balthazar aparecían dos palabras en una hermosa descripción: La doma.

Sentí lástima por Isa. Probablemente fueron sus sobrinos quienes vendieron sus libros. Vive sin amantes ni lazos de familia, sin malicia, sin animales domésticos, concentrada exclusivamente en su pintura, que toma en serio, pero no demasiado. El camarero revoloteaba como queriendo torear las mesas con su chaqueta roja. Me molestaba el gentío que pasaba con paquetes, la muchacha de la Asociación de Sordomudos que pedía insistentemente su limosna en silencio. Pobre Isa que conoció el amor de veras y se engañó con apariencias. Tratamos de complementar el vacío de nuestra individualidad por medio del amor, y por un breve instante tenemos la ilusión de la plenitud. Pero sólo es una ilusión. Pobre Isa que se sabía culpable, pues somos autores de nuestro propio infortunio y en él imprimimos nuestras huellas digitales. Que supo o tuvo el valor de saber que el placer es el polo opuesto a la felicidad. Y la gente pasaba y pasaba como un rebaño loco, como vacas detrás de la madrina y su cencerro. Con los belfos temblando con el olor a compras, como vacas anhelando el agua en la sequía. Pobre Isa. Pobre Yo. Pobre Isa entre vacas. Para tranquilizarme pedí un tabule. Comer es algo que siempre me ha calmado mucho. Pero el perejil parecía pasto y el tomate se veía como aplastado por vacas. Me dio terror, esta vez las sentí rumiando y pataleando en mi mesa.

Conozco un poeta que escribe hermosos y terribles poemas en los que siempre hay vacas, y decidí contarle mi experiencia. Él cela su libertad y es difícil ubicarlo, sin embargo, sus amigos cuentan en secreto, no sin orgullo, sus salidas y excentricidades. Por esas conversaciones imaginé dónde estaba. No me gusta molestar, pero las vacas pasaban cada vez más peligrosas. Pagué y me fui a buscarlo.

Los poetas no suelen vivir de sus poemas, tienen otros oficios y él estaba en su trabajo, tuve que esperar a que se desocupara. Después de oírme frunció el ceño, con una gravedad que siempre me ha llenado de ternura. Y me reveló la existencia del club. No fue de golpe, al club hay que acceder de manera paulatina. Primero es un lugar al que se va una vez a la semana a conversar, y no con todo el mundo. Los interlocutores están expresamente señalados. Después empiezan los contactos un poco al margen de la directiva, primero son dos los que conversan, luego se van uniendo otros, a veces, cuando llega un nuevo miembro se fingen indiferencias no sentidas. Últimamente hemos relajado un poco estas normas. Yo creo que fue el cigarrillo, casi todos fumamos, pero está prohibido. Aline sacaba un cigarro de la cartera y miraba agresiva, nadie se atrevía a criticarla. A mí me caía mal al principio, su agresividad no concordaba con la curva infantil de sus mejillas. Después nos hicimos amigas, y nos sentábamos junto a una papelera procurando que no se produjera ningún incendio. Poco a poco se nos iban uniendo los demás y todo se volvía un humero. Tuvieron que hacerse los locos. La semana pasada llegó una estudiante universitaria, una niña linda y alegre, haciendo chistes sobre los interlocutores que ofrece la directiva. No sé si lo hacen a propósito. Pero los escogen buenísimos. También nos contó que desde que se vino a estudiar no puede pararse de la cama, pues le da miedo esta ciudad violenta. El miedo parece ser una constante en los miembros del club, todos tienen o han tenido miedo. La otra constante es que todos llegamos perdidos. Yo me perdí en el Cuarteto de Alejandría. Otros, en lugares más corrientes o exóticos. Algunos simplemente aparecieron sin saber ni ellos mismos como lo hicieron. También sufrimos todos de desamor o hemos sufrido. La niña universitaria no ha llegado todavía, a lo mejor no llega, la cola es fatigante. Aline y yo lamentamos no haber estado pendientes de darle la consigna. Y es tan fácil, simplemente dices el nombre del club: “Emergencia, Psiquiatría".

Theomar Vargas
Caracas, 1999

Theomar Vargas (Caracas, 16/02/1947- Ocumare del Tuy, 8/11/2001)


domingo, 3 de febrero de 2019

La lucha personal



René Magritte



LA LUCHA PERSONAL



Cuando digo Alemania

digo Schumann y Auschwitz
digo Benn digo Brecht
digo Marx y Gestapo

Cuando digo muerte locura

digo Auschwitz y Stalin
digo Dallas en Texas
digo la Bomba

Cuando digo la fe en el trabajo

el porvenir como una idea fija
digo Lenin Far West
y a veces digo Stalin

Cuando digo made in USA

digo Hemingway Lincoln
digo Jazz y Miles Davis
KKK y la Bomba

Cuando digo locura

digo Artaud Nerval Hölderlin
cuando digo delirio digo Rimbaud
cuando digo lucidez digo Rimbaud

Cuando digo fe en el trabajo

el  porvenir como una idea fija
muerte locura lucidez delirio
digo Van Gogh Maiacovski Essenine
y Hart Crane y Pavese y Crevel y
los que hicieron la Bomba
y no los que la usaron
los que se estrellaron contra
el núcleo de un átomo de porvenir
que la muerte no mata
que el suicidio no aplaza

Gloria y dolor habitan estos laberintos subterráneos 

Una sola salida arde a lo lejos
A veces mis ojos se apagan
y a veces la luz me traiciona
No es fácil no es fácil
Pero

Oh heroína semántica

aunque los gatos ladren
cuando digo todos los hombres
me estoy nombrando  


Año 63 del siglo XX                             


Mario Trejo


Poeta, dramaturgo, periodista, director de teatro argentino (1926-2012)



Nota: conocí la poesía de Mario Trejo por estar incluida en Poesía hispanoamericana 1960-1970 antología a través de un certamen continental por Saúl Yurkiévich de la Colección Mínima de Casa de las Américas, una edición en un formato muy cómodo de leer, en rústica del año 1972, 1° edición. Este libro había sido un regalo entre mis padres, era de mamá.

Cerca de 1995 Yukiévich es invitado a la Semana Internacional de la Poesía que realizaba la Casa de la Poesía Pérez Bonalde en Caracas, -tenía yo 21 años-, fui a escucharlo y le llevé su Antología, muy amablemente me la dedicó.